La primera transgresión que puede acometerse contra la novela tradicional es romper el principio de que toda novela es ficcional. De hecho, un gran número de autores escriben sus obras mezclando la realidad y la ficción de tal manera que se hace imposible distinguir hasta qué punto la obra es autobiográfica o hasta que punto es inventada.
Ejemplos de este tipo de obras son Regresar a lugares donde no estuvimos: memorias de ficción, de César Antonio Molina, o Relatos reales, de Javier Cercas.
Otros autores prefieren romper el orden cronológico de la estructura, de tal manera que la sucesión de capítulos se convierte en un cuadro desfragmentado e inconexo de la historia principal. Los capítulos son independientes en su significado, es decir, no necesitan tener continuidad en los capítulos anteriores o posteriores para tener sentido por sí mismos.
Esta técnica desfragmentada la encontramos en Rayuela, de Julio Cortázar. En esta obra el lector puede empezar por el número del capítulo que prefiera, seguir el orden propuesto por el autor, o leer la obra siguiendo un orden consecutivo de los capítulos.
En Nocilla Dream, de Agustín Fernández Mallo, la historia es la suma de capítulos muy cortos redactados en formatos y voces muy diferentes que intentan dar voz a los dueños que olvidaron unos zapatos colgados en un árbol en mitad del desierto de Arizona.
Como también hay obras literarias donde no hay ningún personaje que protagonice la historia, como en Finnegans Wake, de James Joyce, novela circular (el principio continúa en el final y el final enlaza con el principio), cuya complejidad radica en el lenguaje y en la ausencia de trama. Lo que ocurre es contado a través de una carta, o descrito sin que intervenga un personaje.
Por tanto, la novela puede ser novela aun sin contar con los elementos narrativos que la configuran como tal, así pues, elige el género que vaya mejor con tu personalidad y lánzate.
No hay comentarios:
Publicar un comentario